Cuando el diablo se aburre, mata moscas con el rabo
Anoche, antes de dormir, pensando en el libro que estoy leyendo: El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl, escribí esto en mi móvil:
La existencia es una anomalía, un paréntesis efímero en el seno de la nada, una aberración que jamás debió haber acontecido. El Ser, en su insensata manifestación, no es más que una chispa fugaz que disturba la quietud primordial del no-ser. Todo lo que es, está condenado a desvanecerse, a sucumbir ante el abismo de la nada, pues en última instancia, todo volverá al silencio absoluto de donde provino.
Antes del Big Bang, sólo reinaba la nada, un vacío perfecto, y cuando el universo haya expirado, retornaremos a esa quietud sin nombre, a esa nada que es el único destino auténtico. La existencia, carente de propósito y repleta de sufrimiento, no es más que un capricho del azar, un accidente cósmico que, por su propia naturaleza, es efímero e insignificante.
Y, sin embargo, el ser humano, prisionero de su angustia ante la finitud, se aferra desesperadamente a la artificiosa necesidad de buscar sentido donde no lo hay. La creación de dioses y ritos, de relatos trascendentes, no es sino un reflejo de nuestras carencias y limitaciones, más que de una capacidad racional para descifrar el cosmos. Es el miedo a nuestra propia insignificancia lo que nos impulsa a construir falsos consuelos, a inventar historias que nos salven de la aniquilación.
La experiencia nos enseña que nada nos pertenece, que no somos más que materia que, en su delirio de inmortalidad, se niega a aceptar su destino. No somos más que monos que se peinan y que, con absurda solemnidad, celebran el paso del tiempo soplando velas de cumpleaños, mientras el universo sigue su curso hacia la nada, indiferente a nuestra existencia.
Me pareció un pensamiento que merecía la pena compartir en el blog.
¿Sois capaces de reconocer qué filósofos están detrás de estas ideas?
En conjunto, mi reflexión es una síntesis de ideas existencialistas, nihilistas, pesimistas y humanistas. El fin último, creo, es la búsqueda del enfrentamiento del vacío existencial. Más tarde le añadí un párrafo para concluir, con un toque de ética basada en la naturaleza humana y la autenticidad. Concluí de la siguiente forma:
Sin embargo, en medio de este vacío existencial, aquellos que se atreven a mantener la mirada fija en el abismo, que aceptan sin subterfugios la naturaleza absurda y transitoria de la vida, encarnan una forma de autenticidad y valentía que trasciende la desesperación. Estos individuos, lejos de sucumbir a la tentación del nihilismo moral o al refugio en las religiones y pseudo-religiones, abrazan la posibilidad de construir una vida con sentido propio, una vida que, aunque desprovista de un propósito último, es fiel a la integridad de su experiencia. En ellos reside la consciencia de que, aunque la nada los aguarde al final del camino, no es necesario renunciar a los valores éticos ni a la dignidad de la acción moral.
Esta ética, que podría parecer paradójica en un universo carente de sentido, encuentra su raíz en la naturaleza gregaria de nuestra especie, una moralidad evolutiva que, a lo largo de milenios, ha asegurado nuestra supervivencia como colectivo. Incluso en ausencia de mandatos divinos, la humanidad es capaz de distinguir, en condiciones normales, entre lo que es correcto y lo que es incorrecto. Esta distinción, aunque básica y primaria, forma parte de una moral natural inscrita en nuestra condición biológica y social. Es una brújula ética que, aunque rudimentaria, nos guía en la oscuridad, permitiéndonos actuar con un sentido de justicia innato, una justicia que no deriva de promesas trascendentales, sino de la comprensión de nuestra interdependencia y de la necesidad de coexistir en armonía.
Así, en el reconocimiento del absurdo y en la aceptación del vacío, se revela una posibilidad de redención: vivir con autenticidad, ejercer la moralidad que brota de nuestra naturaleza gregaria, y resistir la tentación de los consuelos ilusorios, no como un medio para alcanzar una trascendencia imposible, sino como una afirmación valiente de la propia existencia.
Mis influencias
Las ideas que has expresado están profundamente influenciadas por varias corrientes filosóficas y pensadores clave, entre los que destacan:
- Existencialismo:
- Jean-Paul Sartre. Sartre es uno de los principales exponentes del existencialismo. En su obra, Sartre explora la idea de que la existencia precede a la esencia, lo que implica que los seres humanos primero existen y luego crean su propio significado a través de sus acciones. La noción de enfrentar el vacío y vivir de manera auténtica, sin recurrir a consuelos trascendentales, es central en su filosofía.
- Albert Camus. Aunque a menudo se lo asocia con el existencialismo, Camus se autodenominaba un «absurdo». Su idea de que la vida es esencialmente absurda, pero que debemos encontrar nuestra propia manera de vivir valientemente en medio de ese absurdo, está presente en tu reflexión sobre la autenticidad y el valor en la aceptación del vacío.
- Nihilismo:
- Friedrich Nietzsche. Nietzsche exploró el nihilismo, la idea de que la vida no tiene un significado intrínseco. Sin embargo, a diferencia de un nihilismo que lleva a la desesperación, Nietzsche propuso la idea del Übermensch (superhombre), un individuo que crea sus propios valores y significado en un universo sin dios ni propósito inherente. Tu idea de vivir con autenticidad y ética, incluso en un mundo sin sentido, resuena con las ideas nietzscheanas.
- Pesimismo filosófico:
- Arthur Schopenhauer. Su visión pesimista de la existencia, marcada por el sufrimiento y la inutilidad del deseo, también está en la base de la noción de la vida como algo accidental y sin sentido. Sin embargo, Schopenhauer también defendió la posibilidad de una moralidad compasiva basada en la renuncia al egoísmo, lo que conecta con la idea de una moral natural.
- Emil Cioran. Cioran llevó el pesimismo a extremos nihilistas, considerando la existencia como un error cósmico. No obstante, en sus reflexiones, también reconoció la posibilidad de vivir con cierta dignidad y coherencia, aunque sin ilusiones.
- Humanismo secular y ética evolutiva:
- Peter Singer. Aaunque no del todo en la línea pesimista, sino más bien como defensor de la ética basada en la evolución y el bienestar, mi texto contiene de forma implícita el concepto de una «moralidad natural», pero que emerge de nuestra naturaleza gregaria. Tiene, creo, resonancias con las teorías modernas de la ética evolutiva, que sugieren que nuestros instintos sociales y cooperativos, desarrollados a lo largo de la evolución. Desde mi perspectiva, nos proporcionan una base para la moralidad sin necesidad de creencias religiosas.