Me encanta Hegel porque parece un filósofo complicado pero si te lo explican bien, no solo es fácil de entender, sino que tiene todo el sentido del mundo. Déjame que lo intente hoy con esta entrada en blog.
El filósofo del proceso
¡Bienvenidos, pequeños filósofos de pantalla! Hoy os traigo a alguien especial: Georg Wilhelm Friedrich Hegel, un tipo que pensó que la historia, en lugar de ser una serie de eventos al azar, tenía un sentido profundo. Sí, Hegel creía que el mundo tenía un “plan maestro” y que todos nosotros, así como todos los sucesos históricos, estamos movidos por un proceso más grande que nosotros mismos.
Hegel no era de los que se tumbaban en el sofá a pensar que “el tiempo pasa y ya”. No. Hegel veía la historia como un río, donde cada evento, cada idea y cada sociedad seguía un curso. Para él, nada estaba aislado. Todo tenía una conexión en un gran tejido que nos lleva hacia… ¡El absoluto! Sí, el Absoluto con “A” mayúscula.
¿Qué es esto del “Absoluto”?
Tranquilos, no es un ser mágico ni una deidad cósmica. Para Hegel, el Absoluto es la verdad última de la realidad, algo así como un punto en el que el conocimiento y la existencia se encuentran en armonía. Piensa en ello como si todo el universo, la historia y cada uno de nosotros fuéramos piezas de un rompecabezas gigantesco. Al unir cada pieza, llegamos al “todo” o al “Absoluto”. Suena épico, ¿verdad?
Pero, para que la historia avance hacia este Absoluto, tiene que haber conflicto. Y aquí viene la famosa dialéctica hegeliana: cada idea (o “tesis”) tiene su opuesto (la “antítesis”), y cuando ambos chocan, surge una idea nueva y mejorada (la “síntesis”). Es como una especie de fusión de Dragon Ball, pero de ideas.
El impacto de Hegel: ¿Todo tiene sentido?
Para Hegel, la historia no es algo lineal, sino más bien un proceso lleno de crisis y superación. Cada choque, cada crisis social o individual, nos empuja hacia algo nuevo. Hegel aplicó esta idea no solo a la historia sino también a la mente, la moral, la política y hasta la libertad. De hecho, él creía que la verdadera libertad es entender este proceso y encontrar nuestro lugar en él.
Y ahora te preguntarás, ¿y esto para qué me sirve a mí?
Pues, podrías verlo así: cada vez que tienes un problema, una idea nueva y conflictiva en tu vida, es una oportunidad para evolucionar, para pasar a un “nivel” superior de comprensión. Hegel podría decirte: “No te preocupes, amigo, es solo una etapa en tu dialéctica personal”.
Hegel en el mundo de hoy
Ahora, imaginemos a Hegel en el mundo actual. Quizás en una red social, estaría publicando algo así como: «El conflicto y la crisis son solo el camino hacia la síntesis.» Y es que el debate y el choque de ideas, según Hegel, son algo necesario y sano (aunque él no vivió para ver un hilo de Twitter, claro está). Pero su pensamiento encajaría, porque en un mundo de constantes opiniones enfrentadas y debates acalorados, él diría que todo este caos es necesario para que algo bueno salga de él.
Hegel nos enseña que la historia no es solo una secuencia de eventos, sino un proceso con sentido.
Aceptar el cambio y las crisis como parte de nuestra evolución es un principio que va más allá de su filosofía y que todos podemos aplicar a nuestra vida diaria. Cada día es una oportunidad para encontrarnos con nuevas ideas, discutir, resolver conflictos y crecer. Si Hegel estuviera aquí, te animaría a encontrar tu propia dialéctica, a entender tus propios conflictos y a buscar siempre esa “síntesis” que te lleve a ser mejor.
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