Cuando Nietzsche anunció que «Dios ha muerto», probablemente no esperaba que tanta gente fuera a tomarlo tan literalmente. No, no es que hubiera que enviar flores o preparar un funeral, sino más bien entender que el gran filósofo estaba hablando del declive del poder de las narrativas religiosas tradicionales en la sociedad moderna. Pero, claro, no todos recibieron el memo.
En nuestro mundo contemporáneo, donde cada tweet y meme tiene el potencial de iniciar una cruzada, la declaración de Nietzsche suena casi como una provocación en un bar lleno de fanáticos religiosos después de unas cuantas cervezas: peligrosa y con potencial para iniciar una pelea. Y como en todo buen bar que se respeta, siempre hay alguien dispuesto a discutir hasta por el color de las cortinas.
Ahora bien, si Dios en efecto «ha muerto», nadie le ha avisado a las grandes cadenas de televisión que siguen produciendo series y películas apocalípticas donde solo la fe parece salvar al mundo de zombies, asteroides o virus pandémicos. Parece que, en la cultura pop, Dios no solo no está muerto, sino que tiene agente de prensa y probablemente también una cuenta de Instagram.
Por otro lado, en el ámbito de la filosofía, decir que «Dios ha muerto» es como lanzar una granada en una sala de conferencias llena de teólogos y filósofos; es un punto de partida para debates interminables sobre ética, moral y el sentido de la vida en un universo posiblemente sin un director de orquesta celestial. Algunos lo celebran con champán y un suspiro de alivio, pensando en todas las reglas dominicales que ya no tienen que seguir. Otros, en cambio, se agarran más fuerte a sus rosarios, preocupados por quién va a rellenar ese formulario celestial de control de existencias ahora que el jefe parece haber dejado el edificio.
Y mientras los académicos discuten y los creyentes rezan, en las redes sociales, la muerte de Dios es tan solo otro meme más, compartido entre fotos de gatos y recetas de cocina. Es la era digital, donde incluso las declaraciones más profundas pueden convertirse en material para risas y likes.
Así que, ¿ha muerto Dios? Bueno, en algunos rincones del internet parece estar más vivo que nunca, disfrutando de su fama viral. Y en las aulas de filosofía, bueno, su obituario sigue siendo escrito y reescrito, en un ciclo eterno de seminarios y publicaciones.
En resumen, Nietzsche quizá quiso sacudirnos un poco, hacer que cuestionáramos las estructuras y dogmas. Lo que no calculó es que, en el siglo XXI, incluso la muerte de Dios podría convertirse en un espectáculo mediático. ¿Quién necesita milagros cuando tienes acceso a Wi-Fi?