¡Bienvenidos, monos peinados y con teléfono inteligente, a otra dosis de filosofía con vuestro colega invisible para Google. Hoy le toca el turno a un tipo que seguro os suena: René Descartes, el señor que dijo la famosa frase: “Pienso, luego existo”. Pero él la dijo en latín para sonar más culto: cogito, ergo sum. Iba de guay.

Descartes y la crisis existencial del siglo XVII

A ver, imaginaos a Descartes un día de 1641, recién levantado de la cama, con el pelo despeinado y en bata (si es que usaban bata en el siglo XVII). Se mira al espejo y, en plena crisis existencial, se pregunta: «¿De verdad existo o estoy siendo víctima de una broma cósmica?» Porque, claro, en aquella época no había Netflix ni HBO para perderse en maratones de series, así que René se dedicaba a cosas más intensas, como preguntarse si el mundo es real o una ilusión.

Y así, entre café (o vino, que era Francia después de todo), a Descartes se le ocurre que la única cosa de la que puede estar seguro es de que está pensando. Porque, si lo piensas, todo lo demás puede ser un engaño: lo que ves, lo que escuchas, lo que hueles… todo podría ser una ilusión. Pero si estás pensando que todo esto es falso, entonces al menos una cosa es verdad: estás pensando.

¡Y bum! 💥 Descartes da con su famosa frase: «Cogito, ergo sum» (Pienso, luego existo). Que, vamos a ser sinceros, es la forma más elegante que hay de decir: «Eh, al menos mi cerebro está funcionando hoy». Que es más de lo que la mayoría de la gente puede decir a diario.

El filósofo más paranoico de la historia

Si te pones a pensarlo, Descartes sería el típico amigo conspiranoico que, cuando vas a tomar una cerveza con él, te dice: “Tío, ¿y si nada de esto es real? ¿Y si estamos todos dentro de una simulación?”. Fue un adelantado al guión de Matrix.

Así que mientras sus colegas filosofaban sobre temas como «¿cuál es el mejor queso para acompañar el vino?», «¿llevan calzoncillos los ángeles?», Descartes estaba ahí, sudando la gota gorda pensando en si, de hecho, su queso existía o era solo una alucinación del demonio. Porque, sí, Descartes tenía una teoría loca de que todo podría ser una trampa montada por un genio maligno que le engañaba constantemente. No es coña. Leed su libro y veréis que no os tomo el pelo. Tampoco se conoce que tomara drogas.

La respuesta a todo: ¡Piensa más!

Descartes llegó a la conclusión de que todo lo que percibimos con los sentidos es sospechoso  y que solo podemos confiar en nuestra capacidad de pensar. Para él, la razón es lo único seguro en un mundo lleno de dudas.

Y aquí es donde podemos sacar una lección de vida: si tienes dudas existenciales, solo piensa un poco más. No te fíes de lo que ves, tocas o hueles… ¡Haz una introspección digna de Descartes! O, ya sabes, simplemente pregunta a Yahoo, además de a Google.

Descartes hoy: ¿Influencer?

Imagínate a Descartes en Instagram. Su feed estaría lleno de selfies en plan filosófico con captions como: «La duda es el principio de la sabiduría 💭 #PiensoLuegoExisto». Y seguro que tendría una sección en stories de «Descartes’ Daily Thoughts», donde se grabaría diciendo: “Chicos, ¿alguna vez habéis pensado que todo lo que veis podría ser un engaño? 😂💡 #CogitoErgoSum #ExistentialCrises”.

Y no quiero ni imaginarlo en Tinder: “Hola, soy René. Me gusta dudar de todo, cuestionar la realidad y pensar mucho. Swipe right si te gustan las largas conversaciones sobre la existencia”. Vamos, lo tendría complicado…

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