¡Hola, monos peinados y con teléfono! Hoy vamos a sumergirnos en los oscuros y a menudo incomprensibles mares de la filosofía ontológica. Pero tranquilos, lo haremos con una buena dosis de humor negro y una pizca de sátira. Así que ajusten sus cinturones metafísicos, porque vamos a volar a través del tiempo y el espacio hacia el enigma de «El Ser».
Borges y las palomas
Borges, tiene un ensayo titulado «Nueva refutación del tiempo«. Está incluido en Otras inquisiciones. En este escrito explora ideas sobre la infinitud, el conocimiento y la divinidad. Así, como el que no quiere la cosa, intenta demostrar la existencia de dios con esta breve reflexión (adaptada): si te pido que imagines un gran grupo de palomas volando por el cielo, ¿eres capaz de hacerlo?
Seguro que sí. Pero si te pregunto, ¿había más de 100 o menos? Quizás te resulte más difícil. De hecho, según Borges, eres incapaz de decir el número exacto de aves que estabas imaginando. Sin embargo, había un número concreto aunque tú, como creador de esta ilusión no seas capaz de saberlo. Por lo tanto, afirma Borges, solo Dios podría conocer el número exacto de palomas.
Este pensamiento se usa para ilustrar la limitación humana en términos de conocimiento y percepción, y para sugerir que solo un ser omnipotente podría poseer un conocimiento completo y absoluto.
Borges versus Tesla
Por suerte, la pasión de Borges por las palomas se quedó en el plano teórico para hablar de ontología. Recordad (o conoced, si no lo sabíais) que Tesla fue algo más allá en su pasión por las aves. Es conocido que el famoso inventor Nikola Tesla tuvo una experiencia peculiar. Confesó que se sintió muy apegado emocionalmente a una paloma blanca. Llegó a decir en una ocasión: «Amé a esa paloma como un hombre ama a una mujer, y ella me amaba. Mientras ella vivió, tuve un propósito en la vida.»
Ser un genio tiene su precio, imagino. Mirad a Maradona.
¿Qué diablos es la Ontología?
La ontología, palabra que suena a algo que los griegos antiguos inventaron después de una noche de fiesta, en realidad se traduce como el «estudio del ser». Pero no te emociones demasiado; estamos hablando del ser en un sentido tan amplio que puede incluir desde la existencia de tu perro hasta la de los agujeros negros. Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Qué demonios es «el ser»?
Históricamente, filósofos como Parménides, Heidegger y Sartre han intentado responder a esta pregunta, a menudo creando más confusión que claridad. Parménides, por ejemplo, nos regaló la idea de que solo «el ser» es y «el no-ser» no es, lo cual es una manera bastante elegante de decir «no tengo ni idea de lo que estoy hablando, pero suena profundo».
¿Qué hicieron los filosofos con «El Ser»?
Aquí es donde la cosa se pone divertida (o trágica, depende de tu punto de vista). Parménides decidió que el verbo griego «εἰμί» (eimi), que significa «ser» o «existir», era tan genial que merecía ser una entidad por sí misma: «el ser». ¡Sí, lo has leído bien! Nuestro amigo Parménides básicamente tomó una palabra y dijo: «¡Hagámosla un concepto filosófico!» Es como si hoy alguien decidiera que «LOL» es un principio fundamental del universo.
Más tarde, otros filósofos siguieron el juego, inyectando sus propios significados en este vacío semántico. Heidegger, por ejemplo, se tomó tan en serio esta idea que escribió libros enteros tratando de explicar algo que en el fondo es simplemente un «flatus vocis» (una expresión sin sentido).
Bueno, por hoy hemos tenido suficiente. Como suele decir ese gran filósofo contemporáneo, cuyo origen probablemente debemos situar en Estados Unidos, por su sonoridad, el Gran Wyoming: mañana más, pero no mejor.